
Los fulares
Si Chanel es la artífice del éxito de los trajes tweed y Gucci de los mocasines, los fulares, pañuelos o carrés deben su popularidad a Hermès.
Objeto de obsesión de muchas y albergadores de verdaderas obras de arte, más que un accesorio de vestir los carrés son un fetiche heredado de generación en generación.
Se dice que Josefina Bonaparte tenía miles en su haber y que su marido tenía prohibida ya la entrada a todo marchante de fulares. Durante el s. XX no ha habido diva de Hollywood que no los haya lucido en escena y fuera de ella, como Meryl Streep, en El diablo viste de Prada, que los compraba de 10 en 10.



En 1937, Robert Dumas de la maison Hermès, inspirado en los pañuelos de Napoleón revivió esta pieza y la elevó como una de las más icónicas del mundo de la moda. Siguiendo la tradición ecuestre que caracteriza a su casa, utilizó el mismo material que las chaquetas de jockey, twill de seda.
Siempre centrado en los detalles, pintados a manos, con motivos fantasiosos y bohemios, hacen de este objeto un verdadero lienzo de historias y reflejos de los artistas que han sido invitados a participar.
2.000 modelos diferentes, 450 km de seda por cada pañuelo, 600 horas para pintar los 30 colores que tienen de media y 2 años para producirlo. Y una vida eterna que ha pasado tradicionalmente de madres a hijas sucesivamente. El lujo tiene forma de foulard.
Chanel, Gucci, Louis Vuitton, Fendi o Dior también han explotado el potencial de los pañuelos. Contribuyendo a que se conviertan en la segunda categoría mejor revalorizada, tras los bolsos. Sus diseños de edición limitada, contribuyen a alimentar el mito de la singularidad.
Además, gracias a su versatilidad nunca pasan de moda. Los puedes llevar en la cabeza de múltiples maneras, como Grace Kelly y Sophia Loren atados a la barbilla, estilo pirata o como diadema. Al cuello, como top de infinidad de maneras, atados al bolso o como falda en su versión más grande. Incluso los hemos visto de cabestrillo o cinturón.
Los fulares siempre son una buenísima inversión y un valor seguro tanto en estilo como financieramente hablando.